domingo, 12 de abril de 2015

Capítulo 48

Narra Paula.

Ni yo sabía que hacía despierta un domingo a las 10 am pero acá estaba, dando vueltas en mi casa con un humor pocas veces visto. Quizá gran parte sea por la linda tarde que pasamos con Pedro y como a pesar de todo, él de alguna manera quería conocerme. Suspire al recordar cada detalle de lo sucedido mientras terminaba de volcar el agua hervida en mi taza de café. En mi casa dominaba el silencio, mezclado con la paz. Mis padres dormían al igual que mis hermanos, yo solamente me dispuse a sentarme a desayunar, prender la televisión y reojear de vez en cuando mi celular.
Habían pasado quince minutos y ese buen humor se transformaba en aburrimiento, por esas casualidades (no tan casuales) de la vida, decidí entrar al contacto de Pedro y verlo en línea. Raro, era un domingo siquiera antes de las once, no me pareció mala la idea de hablarle, al fin y al cabo era algo normal.

"Pepe!"

"Pau. Hola ☺"

"Que hacias despierto?"

"Me despertó un ruido y no pude volver a dormir. Jaja"

"Que horrible"

"Vos?"

"Ni idea. Aprovecho el día, supongo"

"Bien entonces"

"Haces algo hoy?" -la peor espera es esta, se hace eterna.

"Por?"

"Capaz podíamos ir a tomar algo a la tarde. Si podes, obvio"

"Me encantaría pero quedé con Lucía ☹" -y claro, todo ese buen humor que llegué a tener se derrumbo en segundos, tan así que tarde unos cinco minutos en contestar ese mensaje ¿Como le podía dar la cara a ella para salir con él? Antes de que pasara el accidente no quería siquiera verle la cara y ahora esto. No puede ser. Me negaba a imaginarme algún tipo de reencuentro entre ellos.

"No pasa nada Pepe. Organizamos para otro momento, besos" -y así pasó mi mañana. Era imposible no hacerme la cabeza y pensar cosas.
Decidí volver a acostarme porque estar así no me servía para nada.

***

Narra Pedro.

Despertarse. Desayunar. Bañarse. Hacer nada. Almorzar. Pasar tiempo con la familia. Y esperar que Lucía llegue a casa. Sí, Lucía. Habíamos entablado una conversación ayer por la noche y me preguntó si hoy hacia algo, por lo que como mi respuesta fue no, organizamos ir algún lado. Para ser sincero no tenía demasiadas ganas y las pocas que tenía, desaparecieron cuando Paula por esta mañana me habló para poder vernos. Algo dentro de mi hacia que yo quiera estar con ella, no sabria explicarlo con palabras. No quería que suene mal lo que diga pero con Lucía no me unia nada, ya que tampoco ella en principio no se había esforzado a tener algún tipo de relación conmigo. Tampoco podría decirle que no, negarle tener algún tipo de acercamiento no era lo correcto por lo que tuve que aceptar si o si. Y no pude pensar más al escuchar el timbre de mi casa sonar, era ella. Suspire, me pare y a tratar de tener buena predisposición.


VOLVERÉ Y SERÉ MILLONES

hola hola hola hola he vuelto

martes, 3 de marzo de 2015

Capítulo 47

Narra Paula.


—¿Y qué? ¿Yo era romántico? No me veo -hablaba mientras me miraba sonriendo, sacandome toda la incomodidad de encima, sentirme segura (a pesar de todo) porque sus ojos eran la ventana a un nuevo cuento.
—No romántico pero si tenías momentos, un día para un aniversario imprimiste una foto de nosotros dos, la encuadraste y me la dejaste en mi mesita de luz antes de las doce, con una flor hermosa. El detalle era que la foto era mi favorita -disfrutaba de tenerlo acá, conmigo, cerca mío. —Creo que fue el primer aniversario y el primer regalo. Un amor -él bajo la mirada sin dejar de sonreír pero esta vez fue más de inocencia y ternura, me había matado de ternura.
 —¿En serio hacia eso? Debe ser lindo pero un poco goma -rió y yo lo acompañe.
—¡A mi me encanto! Teníamos como 14 o 15 años -mordió su labio inferior.
—Estabas muerta por mi eh -y que yo golpee su hombro largando una risa.
—¡Pedro! -pero el controló este golpe mío bajando mi brazo y abrazandome enredando sus brazos por mi cuerpo, uniendo sus manos en mi otro hombro.
 —¡Mentira tonta! Ahora capaz ya no pero por lo que me contas ahí estabas muerta por mi -yo quizá inconcientemente (quizá no, fue) apoye mi cabeza en su pecho para escuchar sus latidos, después de meses de no hacerlo.
—Dejame tener un poco de dignidad.

Nos enroscamos mas juntos, el apoyó su cabeza en la mía, que estaba sobre su pecho mientras me abrazaba. Esta imagen era mi felicidad en el estado más puro. La paz que me transmitía era inigualable, hacia que todo se equilibre y no importe lo de afuera. Sino que importe lo de ahora, nosotros, él y yo, sin saberlo. Me permití respirar como algún tipo si "Si, estoy con él. Juntos, a pesar de todo." porque siempre era un a pesar de todo, a pesar de... Lo nuestro siempre fue un a pesar de. A pesar de las peleas, de los errores, de los malos entendido, a pesar de los demás, a pesar de tener las cosas no claras, del tiempo, la bronca, y me era inevitable no decirlo. Abrazada a él me sentía amada aunque no me ame, parecía una paradoja. Estos gestos me llevaban a un poco más de un año atras, cuando habíamos disfrutado más que nunca del otro. Yo sabía que aunque no se acordara esos momentos existen en las personas en alguna parte de su cuerpo, esa piel, esa química, haber, había claro. Y pareciera que nos ponemos de acuerdo hasta en pensar, porque nos encontrabamos abrazados y ambos en silencio.

—Pensé que nunca íbamos a estar así, de nuevo -levante mi cabeza separandome de su pecho para mirarlo a los ojos.
—¿Así cómo? -me respondió extrañado.
—Abrazados, poder estar juntos en sí -baje la mirada. —Tuve miedo por todo lo que pasaste...
—Tonta, mirame -levanto mi mentón. —Todo esto es raro pero en serio me siento bien con vos, no sé si será por lo que fuimos aunque no me acuerde pero de verdad te lo digo. Me relajas y me sacas de todo ese mundo de presiones que siento -le sonreí, había sido un cumplido tan lindo.
 —No sabes lo bien que me hace escuchar eso -nuestros ojos eran imanes, que no tenían intención alguna de terminar la conexión que creabamos. Me sonrió, le sonreí, nos sonreímos y así pasamos un par de minutos más juntos, disfrutando de ese algo que no forzamos ninguno de los dos porque si se tenía que dar, se iba dar solo aunque no veía la hora que me identifique como una mujer que lo quiere (y que él tiene que querer). Era increible como haciendole frente al miedo de qué va pasar y teniendo siempre un poquito de paciencia las cosas mejoraban, de forma lenta, claro. También me di cuenta como las situaciones límites que tenemos que pasar, como fue el accidente de Pedro, nos daban a todos una segunda oportunidad de valorarlo y valorar cada gesto o acción que hacia, como ahora, verlo reírse mientras el sol refleja sus ojos y me deja en un tipo de trance por un par de minutos, parando el tiempo en una foto de él, observar detalladamente cada centímetro de su todo. Me completaba, podía llenar cada vacío que sentía, que con él todo era más fácil y si estábamos (o estaba) al lado suyo no tenía que importarme el resto. El comenzó a hablarme de algún tema en el que yo no me concentre y no podía prestarle atención a otra cosa que no sea como modulaba y que yo solo le sonreia embobada, porque otra palabra no me describía mejor que esa. Nunca, siendo sincera, pensé que un juego (que no fue tan juego) podía terminar siendo algo tan límite como esto, porque todo era diferente si estábamos separados como fueron esos meses, raros y sufridos para mi, de los que nunca se habló. Porque una persona sin alguien que lo complementaba no era la misma, en el sentido interno u emocional. No sabía en que momento podíamos habernos hecho tanto bien para llegar a conectarnos tanto porque sin él algo fallaba, no sabía en que momento pude saber que lo que sentía era amor porque todo se dio y no tuvimos intensión alguna de frenarlo, porque fuimos más allá de los mini besitos a escondidas cuando teníamos once años, porque el tiempo pasaba y a los quince todo fue más serio cuando él me dijo, en la cara, que me quería en serio, nunca me lo voy a olvidar, y me preguntó para ser novios y que después de un tiempo, ya con más de un mes de novios, reciba las cargadas de sus amigos por haberme dicho el primer te amo en público y que yo me muera de amor. Cosas que a una la marcan.
Cuando él tuvo una recaída mientras estaba internado, y el miedo abarco mi cuerpo asimile que si algo pasaba una parte mía se iba con él o que si en algún momento nos alejabamos tanto, se iba llevar una parte de mi vida como seguramente yo una de él, aunque pensar cosas que no pasaron es mejor directamente no pensarlas porque ahora él esta conmigo y yo estoy con él y lo que cada uno tiene del otro seguían juntos, inseparables, mas sólidos que nunca porque a pesar de todo éramos uno.

viernes, 27 de febrero de 2015

Capítulo 46

No sé como hice pero me escabullí para poder salir de esa casa. Me agotaba estar con tantas personas y más que nada me molestaba el trato como si fuera un bebe de cinco meses. Estábamos bastante lejos de la ciudad, es más, el vecino más cercano era a dos cuadras y yo solo caminaba. El aire frío y seco chocaba mi pelo, y por causa del viento también se levantó polvadera. Habré caminado unas cuatro cuadras en línea recta hasta que encontré una mini casa de dos pisos donde en la parte inferior había una ventanita que decía "kiosco", toque mi bolsillo y tenía un billete de $50 y dos de $20, claramente no sabía como habían llegado ahí. Parecía que era a propósito ver un cartel gigante sobre una publicidad de los cigarrillos marlboro. Y de nuevo esas ganas de fumar, aunque sea uno, estuve unos cinco minutos peleando con mi otro yo hasta que no me contuve y acá estaba, abriendo una cajita para sacar uno y deducir que no tenía fuego. No pegaba una. Me resigne por lo que volví a casa, con el paquete de cigarrillos guardado en el jeans.

—¿Donde estabas? -eso es lo primero que escuché apenas abri el portón de la casa.
—Estaba dando un par de vueltas -hable sin preocupación, casi indiferente. Para al segundo ver a Paula mirandome fijo a los ojos, ni muy muy ni tan tan.
—Te vi hablando con Nao -me tense un poco.
—Si, bueno, tengo que conocerla un poco mas ¿O no?
—Se supone -ella asintió y suspiró. Me acerque a ella con el fin de que entraramos a la casa aunque no tenía demasiadas ganas.
—No quiero entrar -pare en seco a un par de pasos a la puerta, que se encontraba en el marco ella también.
—¿Por?
—Me siento incómodo -trate de ser lo mas sincero posible. Paula quedó mirandome, como pensando en algo. —¿Que?
—Veni, vayamos a un lugar -y que se acerque a mi.
—¿Donde?
—Mientras caminamos te digo... -me pareció linda la idea. Me despejaria un poco, y además Paula me ayudaba a tranquilizar esa incomodidad que sentía con otras personas.

-

—¿Sabes a donde vamos o me chamuyaste?
—Obvio que sé, antes veniamos acá los dos.
—¿Como?
—Vinimos un par de veces mi familia y la tuya juntas, a almorzar o cosas así, pocas igual. Cuatro o cinco de grandes pero de chicos muchas más pero ni me acuerdo. Una vez salimos a caminar y encontramos un tipo de parque -hizo una pausa. —Es importante -y calló.
—¿Por qué?
—No tendria que decirte, bueno, no sé -miro hacia al frente del camino, desviando la mirada de mi.
—Quiero saber.
—Acá nos pusimos de novios -tiro y yo solamente me quedé pensando, no quería forzar las cosas. Y siendo sincero en lo que menos había pensando era en algún tipo de relación.
—Pau... Yo... -me interrumpió.
—No digas nada, no hace falta -seguía sin mirarme, esto le dolía.
—Yo también quiero conocerte -ella envío su mirada sobre mi al segundo. —Podriamos salir, o algo. Me contas nuestra historia, todo puede ayudarme.
—No te sientas presionado -hablo con una voz tímida. Casi un susurro.
—Si te lo digo es porque lo quiero hacer -suspire, parando el paso en el medio de la calle de tierra.
—No tenes porqué tratar de conocerme para que estemos de nuevo juntos ni enforzarte en hablar con Naomi, ni venir acá por obligación -hablo con ganas de decirme eso hace tiempo.
—¡Lo hago porque quiero! Quizá si, vine acá por obligación pero hablar con Naomi lo hice porque quería igual que estar acá con vos, sino te hubiese dicho que no. Perdí la memoria pero no soy tarado. Quiero conocerte, saber las cosas que te gustan, cuando fue nuestro primer beso, anécdotas juntos, como era, los aniversarios ¡Quiero saber! Y no te lo digo por compromiso -que ella solo me mire un par de segundos y luego baje la mirada, buscando alguna respuesta en las piedras que había ahí.
—Hablemos cuando lleguemos mejor -que ella siga su camino y yo tenga que seguirla.

-

—¿Que queres saber? -estábamos alejados uno del otro. Ella parada dandome la espalda y yo recostado sobre un árbol con mis brazos alrededor de mi piernas que se encontraban haciendo presión sobre mi pecho. —Si vas a estar con esa cara nos vamos... -este jueguito de estar seria sin razón me estaba cansando.
—Si queres irte, andate -no tenía ni la mínima idea de porqué el enojo. Si bien habíamos tenido una charla anterior donde levantamos un poco la voz, ella no se demostró efectada.
—¿Que pasa? -hable parandome y caminando dos pasos hacia ella (que seguía sin mirarme)
—Nada -ese nada fue casi audible.
—Hey... Pau -no sé porque pero me dio escalofrío escucharla de esa manera. La mire de costado levantando su mentón para que me vea a los ojos pero solo recibí que me abrazara escondiendo su cabeza en mi cuello y sus brazos  enrienden casi en forma automática, mi nuca. La abrace también con algo de necesidad por como lo hacia ella. No sabía que significaba esto, mi cabeza no podía ponerse en un eje fijo para pensar. Cualquier pensamiento que se me cruzó por la cabeza fue opacado por una congoja de Paula, profunda, audible solamente para mi y no supe contestar de otra forma que no sea uniendola más a mi. —¿Que pasa? -hable después de unos largos minutos, estando en la misma posicion y dejando unas caricias en su pelo.
—Prometeme que nunca nos vamos a separar -hizo una pausa y sentí como mi pecho se fruncio. —Que vas a intentar conocerme. Vas a mirarme, vas a mimarme, vas a estar siempre con tus chistes para mi, no quiero que lo que te haya pasado nos separe mas de lo que podemos -para este entonces sus lagrimas habían vuelto a salir en forma de cataratas de sus ojos, ahora, verdes oscuro. —Prometeme que vas a quererme a pesar de todo -la mire directo a sus ojos porque era la forma más sincera, al segundo le sonreí para acercarme a su oído derecho.
—No puedo prometerte nada ni a mi mismo podría -ella bajó la mirada pero hice que la levante al segundo. —Pero si puedo decirte que quiero conocerte, saber de vos, que te gusta, las cosas que odias -hice un movimiento para poder verla de nuevo fijamente, habían vuelto de apoco un brillo a sus ojos. —Podrias contarme que hice para enamorarte tanto porque ni yo lo entiendo -ella me sonrió con algo de timidez. —¿Por qué te habías enojado?
—No era enojo -trago saliva. —Me atrapo el miedo de que nunca volvamos a ser lo que fuimos, de que para vos no signifique nada o que estes conmigo por obligación.
—Ya te dije, puede que haya venido a este almuerzo por obligación pero con vos no, en serio. Es más me tranquilizas, me sacas esa incomodidad que sentía al estar encerrado y te vuelvo a decir gracias por eso.
—No me agradezcas -creo que recién, al escucharla, me di cuenta de que seguiamos en la misma posición de unos minutos atrás, a solo un par de centimetros, abrazados y que me sentía bien así, que no había nada de malo, que no quería separarnos y disfrutaba, o mejor dicho, la disfrutaba.

sábado, 21 de febrero de 2015

Capítulo 45

Narra Pedro.


—Ana está durmiendo y... -pensé. —Horacio también. Así que hicimos demasiado cuando vamos a comer solos -apoye los codos sobre la barra y mire como terminaba de servir la comida en el segundo plato. Solo bufó.
—¿Jodeme? Nos matamos haciendo esto y nadie lo va comer -se dio vuelta para mirarme y me fue inevitable reír al ver como tenía una mancha de harina en la punta de su nariz. —No sé que vas hacer con esto vos porque es mucho, y tampoco da tirarlo  -seguía hablando como si nada y yo no me podía concentrar en lo que decía. —¿Que te pasa a vos que te reis? -y quizá por impulso no responda nada y me acerque más a ella para sacar esa harina de la punta de su nariz, que estaba fría. Que ella me quede mirando fijamente y me sienta raro, no incómodo pero la situación era otra, porque aún sabiendo que ella fue mi novia o la chica con quien salía, me sentía obligado o con cierta responsabilidad a tratar de minimamente conocerla. A decir verdad era la persona con la que más me llevaba, después que con Ana, claro. Era la primera vez que la miraba yo también a los ojos, eran verdosos y cuando sonrió, se volvieron algo achinados, al igual que una cicatriz que ahora se hizo más profunda. Su perfume me llenó los pulmones, y en ese momento me entendi de cuantas cosas nos damos cuenta con solamente mirar y estar en silencio.
—Tenías harina -y que ella no me responda, porque quedo en un tipo de trance. No despegaba sus ojos de los míos y yo solo después de unos segundos de también mirarla, baje la mirada. —¿Comemos?
—Dale -parpadeo un par de veces y me sonrió.


(...)


Me sentía un granito de arena en una playa gigante. Mis "amigos" organizaron un partido de futbol, en el que claro, todos me saludaban y me trataban como si fuera un bebé de tres meses. Gente de mi barrio amiga de mi familia, tias, primos, la situación era lo más incómodo del mundo y para no quedar como un antipático, la sonrisa forzada en mi boca era inevitable. A penas había podido pasar tiempo con mis hermanas y mamá (sonaba demasiado raro decirlo así) y menos con Paula, que la vi con un par de chicas sentaba bajo un árbol, en el campo de mi padre, lejos de la ciudad.
Por fin me habían dejado solo, aunque yo me aleje de todos. Así que me fui a un costado de la casa de campo, para recostarme sobre la pared de esta y sentir un olor, que se me había hecho conocido, mire hacia la derecha y me encontré con Naomi fumando, con quien había hablado poco y nada. Me había parecido alguien buena, como primera apariencia, con ella también me sentía obligado a conocerla. Era mi mejor amiga.

—¿Que haces acá sola? -me pare al lado de ella de golpe, que estaba mirando a la nada misma y sus ojos se abrieron al verme.
—Pedro... -me sonrió. —Necesitaba un pucho -le dio una pitada y de golpe, soplo un suave viento que hizo que su pelo vuele.
—¿Y qué onda eso?
—¿Que cosa?
—El pucho... -hice una pausa. —¿Yo fumaba? Me re veo -rei, ella solo levanto una ceja y cruzó los brazos sobre su pecho.
—Capaz no te tendría que decir pero si fumabas, igual o peor que yo -me sonrió para volver a fumar, terminado ya el cigarrillo. Yo la mire tratando de decirle con la mirada lo que quería hacer. —No, ni lo pienses.
—¡Dale! Uno solo -hice una pausa y voltee mi cuerpo para estar frente a frente.
—¿Me van a matar entendes? ¡No puedo! -se negaba pero la sonrisa en su cara no se borraba.
—Pero si yo fumaba, una vez más no me va hacer nada ¿O si? -hice una pausa. —Además no tienen porqué enterarse los otros -era un hecho de que si ella no me daba uno, iba comprar una caja por mi cuenta. Las ganas que me salieron a flor de piel de probar eso, aunque no sepa (o recuerde) lo que era su sabor en mis labios eran incontrolables. —Te juro que no digo nada.
—Te va quedar el olor -ella mordia su labio inferior, sabía que si le rogaba un poco más, cedería.
—Me perfumo, dale. Era, bueno... Soy tu mejor amigo, esto puede ser un secreto más -y que la sonrisa anterior se transforme en una más chiquita pero sincera, clavando sus ojos en mi. Sacó la cajita de su bolsillo, y de este dos cigarrillos, suspiró y me dio uno. Al segundo ella puso el suyo en sus labios para prenderlo y fumar, como si fuera la ultima vez en su vida.
—¿Queres fuego? -asenti y me dio el encendedor, no tarde demasiado en darle la primera pitada después de tanto tiempo. Sentí un algo por todo mi cuerpo, lo disfrute aunque sabía que estaba mal. Era la primera vez, después de despertarme, que sentía algo de adrenalina o que podía hacer algo por mi mismo. Guarde una de mis manos en el bolsillo de mi jeans, aunque antes me arremangue la camisa hasta los codos y me quedé mirando la nada, igual que ella.
—¿Y?
—Y esta buenísimo. Nadie me había dicho nada de que fumaba, aunque te cuento que cuando sentí el olor me re llamó la atención.
—Fumabamos hace mucho, capaz es costumbre este olor para tu cuerpo.
—Seguro es eso... -le di una cuarta o quinta pitada al cigarrillo. Disfrutaba de ese no sé qué. —Gracias igual.
—¿Por? -me miro de golpe mi perfil, ya que mi mirada de concentraba al frente.
—No se bien porqué pero siento que estoy siendo un poquito yo -ella quedó callada y su mirada bajó hacia el suelo por un par de segundos.
—¿Te jode si te pido un abrazo o te sentís muy acosado?
—Veni, con vos no me siento para nada incómodo -tiramos los cigarillos y que ella, al segundo, me abrace con fuerza, y necesidad. Apoyando su cabeza en mi hombro con la mayor ternura del mundo, por fuera demostraba ser una mujer demasiado fuerte, con un gran carácter pero ahora, en este abrazo la sentía tan indefensa por lo que la rodee con mis dos brazos, para que se sintiera querida, porque seguramente esto era mas dificil para ella que para mi.


como verán tengo mis debilidades

martes, 17 de febrero de 2015

Capítulo 44

Necesitaba verme linda, necesitaba sentirme más femenina, necesitaba arreglarme para ir a su casa, no había una razón o bueno sí, Pedro. Aunque no pase nada (porque no iba pasar, eso repetía mi cabeza) quería verme o demostrarle, en esta relacion que empieza de cero, que soy una mujer que le gusta verse bien. Por esta razón estaba en mi casa dando vuelta mi ropero buscando algo casual pero lindo y a la vez fino, ya sé, difícil. Eran las 16.30 y tenía media hora para encontrar a ropa perfecta, a las 17 hrs me tenía que bañar para estar lista a tiempo y llegar puntual. Mi pieza era un solo desorden, no quería ponerme histérica pero me era inevitable. Al final me decidí por lo más simple del mundo: jean claro, borcegos, un remera manga larga que no se me vería porque me voy a usar un buzo de hilo algo fino y también pensé llevar un abrigo de paño negro ya que iría a las seis de la tarde de un día nubladisimo y comenzaba a anochecer, estábamos en el pleno otoño, por lo que cuando vuelva iba ser el doble de frio que ahora. Lista la ropa, me di un baño para relajarme después del día cargadito que había tenido, pude lograr lo que quise así que esa histeria desapareció en segundos. Salí, me vestí, me peine, me puse la mochila en mi hombro y en menos de lo que pensaba estaba llamando a papá para que se digne a llevarme a la casa de Pedro, porque a pesar de que quedara a una cuadra hacia frío y él se había ofrecido amablemente a llevarme. Estaba a punto de escribirle un mensaje pero no sabía si tenía el celular de nuevo y además cada cosa que pensaba hacer me repetía en la cabeza si se acordaba o no que era. Ilusa. Papá apenas baje del auto se fue, el frío y la cama valian más que yo. Toque el timbre esperando que alguien me atienda y después de dos minutos (eternos) apareció Pedro con su pelo totalmente desordenado, una de sus manos guardada en el bolsillo del buzo que tenía puesto, con un jean y en medias, sumado a la sonrisa que había en su cara. Moría por abrazarlo y llenarlo de besos, demasiada ternura me dio por lo que me quedé embobada mirandolo.

—Pau, veni. Pasa -corrió su cuerpo a un costado para que yo pueda pasar sin antes dejar depositado un beso en su mejilla, transformando ese clima frío por uno cálido gracias al aire acondicionado de su casa. Di vuelta mi cabeza hacia la cocina donde observe hojas por todos lados de la mesa, acompañadas de dos o tres libros, lapiceras, lapices, etc.
—¿Y esto?
—Es que Ana me dijo que mire las cosas que tenía en mi cuarto, entonces lo revolví de arriba a abajo, mire algunas fotos y encontré las cosas de la escuela, leí un par de hojas para ver si te podía ayudar pero un plomo es esto... -ambos reimos. —Entonces estaba por preparar dos café y justo llegaste.
—Bueno, por lo menos intentaste -le sonreí porque al mirarlo no podía hacer otra cosa.
—Deja las cosas ahí en la mesa, cuando termine de hacer esto empezamos ¿Dale? Me decis en que te puedo ayudar...
—Dale -deje las cosas en una silla y me acerque al tipo mostrador que tenían para separar la parte de cocina de la mesa donde comian. Me fue inevitable no acordarme de la mañana que tuvimos hace un par de semanas atras, acá nos dimos nuestro último beso en serio (sacando el pico que le tire en el auto) y como él por primera vez no me había dicho nada, porque no le interesaron las consecuencias de eso y lo disfrutó. Suspire y me concentre en la realidad, él al parecer me estaba hablando mientras batia el café.
—¡Batilo! -ese grito acompañado de una sonrisa me distrajo por completo.
—Ahora lo hago aceleradito...
—Y si te colgaste.
—Perdón, perdón ¿Que cosas leiste de la escuela?
—Algo de biología, vasos sanguíneos, me aburrí y lo deje ahí igual...
—Yo más que nada tengo que practicar varios ejercicios de matemática, si queres vos me podes pasar a la computadora un trabajo práctico que ya tengo hecho o no se.
—Dale Pau -hubo un par de minutos en silencio, que si seguían iban a ser incómodos. —¿Ya está tu café? -asenti y se lo di. —Anda sacando las cosas yo ahora voy con los café y bocaditos que quedaron de hoy...

Y así pasamos la tarde, o bueno, desde las seis hasta las siete y media pasadas charlando sobre la escuela, Pedro había terminado antes que yo de pasarme el trabajo práctico y yo estuve un rato más. Matemática me costaba demasiado pero esta vez le había podido agarrar la mano. Después de terminar todo, yo ordene la mesa y él lavó las tazas y en menos de diez minutos estábamos sentados en los sillones del living viendo una película (malísima) que a Pedro le encantó, al contrario de mi que sentía que en cualquier momento me dormía. Así pasamos otra hora y ya eran las ocho y media. Lo que llevó unos diez minutos de comentarios alargadores de su parte por lo que genial que era la película según él, hasta que callo y se formó un silencio. Él haciendo zapping en la tv y yo usando el celular.

—Me aburro -aparto la cabeza de la tv y me miró. —Hagamos algo Pedro, pensa.
 —¿Comer?
—¡No! Algo más divertido...
—Estoy pensando, pero vos también hacelo -y así estuvimos un par de largos segundos.
—¡Ya sé!
—¿Qué?
—Vos desde siempre quisiste estudiar producción de tv...
—¿En serio? -asenti.
—Quiero que trates de producirme un programa de televisión en cualquier parte de tu casa, yo soy la conductora y vos, obvio, mi productor.
—No tengo imaginación para esas cosas...
—Dale, a vos te encantaba. Capaz te acordas de algo -le sonreí. Haciéndolo parar para ya empezar con esto.
—¿Y que hacemos?
—Primero tenes que pensar de qué queres hacer el programa -me escuchaba atentamente. —Puede ser un programa de canto, o baile, o un programa de cocina...
—¡Ese quiero!
—¿De baile?
—¡No! De cocina.
—Bueno -camine hasta la cocina apoyandome en la barra que separaba la cocina del comedor. —Ahora te toca pensar a vos...

Y de a poco Pedro iba pensando cosas, me dio un pimentero y me dijo que este iba ser mi micrófono, estuvimos ensayando como seria la entrada mía como conductora (habíamos tomado muy en serio a la idea).

—¡Espera!
—¿Que pasa?
—En mi pieza encontré una cámara para grabar que podemos usar ¿No? -asenti entusiasmada. —Veni, ayudame a buscarla... -subimos la escalera hasta llegar a su cuarto, donde literalmente tal cual me había dicho él, estaba desordenado de arriba a abajo, o bueno, más que nada su cama que estaba llena de fotos, juguetes viejos y la mochila de la escuela. Él no le dio demasiada importancia y se dispuso a buscar lo que quería. Quizá fue casualidad pero mi mirada se concentró en un par de audífonos grandes de color negro, que encajan perfecto para un productor.
—¡Pedro, veni!
—¿Que pasó?
—Ponete esto así quedas más productor... -y sí, parecia un productor hecho y derecho. Lo único que hice fue enredar el cable en el jean donde se supone que va el cinturón.
Él siguió buscando la cámara por su parte y yo me digne solamente a ver una caja que decía "cosas viejas", donde encontré fotos de él con sus amigos jugando al futbol de muy chiquitos, algunas con Nao cocinando cuanto tenían menos de diez años (me dieron demasiada ternura) y después encontré una de él y yo antes de subir al colectivo donde íbamos a viajar con la escuela, y al fin y al cabo fue ese día el que nos dimos nuestro primer beso. Guarde las fotos y segui viendo lo que había, encontré una bolsa con un nombre que era "15 de Ludmi", que había sido otro momento especial ya que nos habíamos puesto de novios el mismo día de la fiesta de mi mejor amiga. Estaba lleno de pelucas, silbatos y una sola vincha de plumas rosas lo que me pareció bastante divertida. Hasta que escuche a Pedro gritar un "¡Acá está!" lo que me obligó a guardar todo excepto la vincha que la deje en mi mano.
—La  encontré estaba en los cajones del ropero...
—Genial.
—¿Y eso?
—¿Que cosa? -pregunte distraída.
—Esto -y me saco la vincha de mis manos poniendosela sobre los audifonos queriendo hacerse el divertido.
—Ah, eso -largue una carcajada chiquita. —La encontré revolviendo un poco todo esto...
—¿Me queda bien?
—Si pero espera que te la arreglo bien -que él se deje arreglar por mi, y que yo no me pueda concentrar en otra cosa que no sea en lo cerca que estábamos, porque podía ver el brillo de sus ojos. A pesar de que no se acuerde de nada estábamos pasando una hermosa tarde y ahora que yo este aprovechado esto de arreglarle las plumitas rosas en su cabeza para sentirlo cerca de nuevo, y que seguramente él ni siquiera me vea como una futura "novia" y que este más embobado en la cámara que en mi. Literalmente.

Bajamos y Pedro me filmó tratando de conducir un programa, aunque todo esto terminó en ambos cocinando ñoquis para toda la familia de Pedro, llenos de harina y dejando la cocina de Ana hecha un desastre.


no se si les gustara pero es el cap que más me gustó escribir💕

Capítulo 43

Había pasado una semana y cuatro días desde esa charla, por ende era viernes. Después de lo que me dijo Pedro me quedé unos diez minutos con él hablando, contandole un par de cosas (que si podía decir) hasta que la enfermera me dijo que le tenían que hacer un par de estudios por lo que tuve que irme, solo vi a Pedro bufar ya que no le gustaba para nada esto de estar en una clínica y sumandole que le pongan inyecciones o tenga que tomar varias pastillas o remedios, aunque sea por un par de días. No habíamos vuelto a hablar, ya que al pasar los días otras personas fueron entrando a verlo, hasta Lucía, me dio un escalofrío en todo el cuerpo cuando la vi pasar y miedo, no sabía porqué.
Pero eso en este momento era lo que menos me importaba, hoy  viernes le daban el alta a Pedro, o bueno a decir verdad el seguía su tratamiento tal cual acá pero en su casa. Estaba demasiado nerviosa por como iba ser todo, hace dos horas había llegado del colegio y fui casi corriendo a casa para cambiarme y poder llegar a tiempo, Ana y Fede estaban en el hospital, mientras que Nao, el resto de sus hermanas y yo los esperábamos en su casa, arreglando todo para que él se sienta cómodo. Un detalle aparte es que Horacio esta casi recuperado, Ana había sido la encargada de contarle todo lo que pasó a lo que obviamente tuvo su consecuencia, pero al parecer o por lo menos es lo que demuestra, esta bastante bien. Los doctores nos habían pedido que, a pesar de que le den el alta a Pedro y que él este mas aceptado a conocer personas nuevas para su situación actual, no lo ahoguemos con demasiada gente junta, por lo que su familia solo dejó que estuvieramos nosotras dos, lo cual agredeci.
No podía quedarme quieta en un lugar cuando escuché el auto frenar al frente de la casa. Me acerque a la ventana y pude ver a Fede ayudandolo a bajar, mi corazón paró de nuevo al verlo tan indefenso. Tenía un buzo azul con un jean largo, ya que hacia bastante frío, su barba estaba mas corta que larga y según la última vez que hable con su enfermera, había recuperado bastantes fuertes aunque no estaba igual que cualquier persona. Me separe de la ventana con una vista hacia el suelo para alejarme de todo un poco, o bueno no quería estar con él apenas llegara. Primero las hermanas, claro, atrás de ellas estaba Nao y bueno, como dije un poco distanciada yo. La puerta abriendose interrumpió mis pensamientos, por lo que levante la vista y me encontré con un Pedro sonriente, quizá era porque ya había hablando con todos en el horario de visitas cuando estaba en la clinica, al revés de lo que pensaba él se acercó uno por uno a saludar, mirandolos y diciendo un "Vos sos..." y su nombre, le acerto a todas. Me dio algo de tristeza toda la situación, o no, no era tristeza, sino que era algo bueno este recibimiento a pesar de que el no se acordara de nada. Camine hacia la cocina, a lo que nadie me vio, saque la jarra de jugo y me servi en un vaso. Apoye todo mi cuerpo sobre la mesada y me perdí en un algo estando sola en la cocina pero, de nuevo, un grito me sacó de mis pensamientos. "¿Y Paula?", si no me equivocaba era la voz de Pedro y me estaban buscando a mi. Pocas veces había sentido tanta ilusión en mi vida, mis ojos brillaron de una manera especial. Y antes de que puede dejar el vaso e ir allá, apareció Sonia.

—¡Acá está Pepe! -y al segundo verlo a él, con una sonrisa quizá mas grande con la que entró, enviando la mirada hacia mi.
—¡Pau! -y que yo me sorprenda al recibir un abrazo de su parte pero que una voz interior mi grite un "¡Reacciona!" para yo también devolverle el abrazo, pero de alguna u otra manera me deje abrazar por él, por sus brazos y que apoye con totalidad mi cabeza en su hombro. —Ana me dijo que ibas estar acá y entonces te estaba buscando, pensé que te había ido...
—No, es que como vi como estabas allá con tus hermanas no quería molestar.
—¿En serio lo decis? -asenti. —Para mi son todos iguales -frunci el seño. —No reconozco quienes son mis hermanos, o papas. Osea si sé pero para mi, en lo que es sentimiento -hizo comillas con sus dedos. —Son todos iguales, es como que con vos salía pero yo no me acuerdo o Nao era mi mejor amiga pero no lo tengo tanta confianza ahora.
—Ahora entendi -le sonreí. —Estas re simpático -largo una carcajada chiquita.
—¿Viste? Es porque cuando estuve en el hospital tenía un psicólogo -yo asenti. —Y me dijo que si ponia optimismo y era mas sociable, o como se diga, me ayudaba a acordarme o igual que hacer algo que antes me gustaba, porque según él cualquier detalle puede hacerme recordar -largo un suspiro. —¿Me das jugo?
—Que bueno que seas optimista -escuche susurrar un "aunque sea trato" de su parte, mientras yo le servia jugo en un vaso aparte. —¿Que vas hacer hoy? -le di el jugo.
—Por ahora tengo hambre y sueño, así que como algo y si me dejan voy a dormir ¿Y vos?
—Yo me quedo un rato mas y después me voy a casa aunque sea un par de horas para estudiar porque el lunes tengo examen y no quiero pasarme sábado y domingo estudiando -mordi mi labio inferior.
—¿Queres que te ayude?
—¿Que?
—Si queres que te ayude, es que Ana me dijo que mis hermanos cada uno volvia a su casa y capaz ella se concentra en ayudar a Horacio, me voy aburrir ya el primer día en donde se supone que es mi casa.
—¿En serio queres?
—En serio Paula... ¿Venis?
—Obvio. Tipo seis vengo ¿Dale?
—Dale, genial -y Caro entro a la cocina con una sonrisa pícara a lo que yo baje la mirada, y Pedro no entendió, nos dijo que llevemos los bocaditos dulces para comer algo porque en un rato algunos ya se iban a empezar a ir. Y así pasamos ese rato, tratando de hacer sentir cómodo a Pedro.

domingo, 15 de febrero de 2015

Capítulo 42

No sabía como podía estar parada al sentir como su mirada se clavaba en mis ojos, con su seño fruncido y algo de inocencia. Trague saliva, baje la vista y sentí como mis manos comenzaron a temblar y transpirar al mismo tiempo ¿Que había que hacer en estos casos? ¿Que decir? No apartaba sus ojos de mi, quizá estaba esperando que diga algo y de mi boca no salía ni siquiera una palabra. De nuevo ese dolor al saber que para él no significaba nada, ni sabía quién era. Todo lo que construimos (y destruimos) desapareció, y por mucho o poco tiempo va ser así. Tomé valor de algún rincón de mi cuerpo, y levante la mirada para dirigirla hacia hacia la izquierda y después caminar un par de pasos hasta una silla. Sus movimientos y gestos al verme seguían ahí, iguales. Tal cual él. Su barba estaba más larga pero se veía hermoso. Aclare la garganta y hablé, o eso trate.

—Hola... -bien Pau, ahora trata de sacar tema. —Soy Paula... -no sabía que otra cosa podía decir, sonreí forzadamente, evitando mirarlo porque sino no aguantaria no abrazarlo. La cara de él me hacia acordar a cuando hablamos por primera vez, tal cual ahora, una mezcla de inocencia, tranquilidad, timidez -demasiada- y algo de distancia.
—Hola -hizo una pausa. —¿Y vos eras mi...? -levantó una de sus cejas, haciendome tragar saliva ¿Que iba decirle? "Hola Pedro, fui tu primera novia, después nos separamos porque arruine todo en un viaje a Chile, volví e hice que te separes de alguien con quien salias ¡Ah! Y desde que nos volvimos a ver histeriqueamos, hasta el día que tuviste el accidente." No, no podía.
—Yo era tu... Como decirlo... -si, ya sé. Vueltera ni ahí. —Es una historia muy larga -suspire y apoye mis codos sobre mis piernas, para que mis manos sostengan mi cara.
—¿Que eras? ¿Mi mejor amiga? ¿Mi novia? -no podía creer que reaccione así, hace menos de dos horas había despertado y actuaba como si nada. Solo asentí. —¿Mi novia?
—Novia no... Te dije que era una historia muy larga -mis ojos se humedecieron un poco pero no quería que me vea llorar. Para nada.
—Perdón -volví a mirarlo a ojos al escucharlo hablar. —No me acuerdo de nada -bajo la mirada. —Recién vino una mujer que se supone que es mi... -hizo una pausa. —¿Madre? -asenti. —Y yo no sabía ni con que cara mirarla, no estoy seguro ni de quién soy. Siento que me está por explotar la cabeza y te veo a vos acá, y no sé quien sos. Perdón, en serio -sus palabras habían logrado llegarme al alma porque a pesar de todo, seguía siendo él. Su esencia seguía ahí, no importaba todo lo que pasó. Su sinceridad y el querer que nadie la pase mal estaba intacto.
—No es tu culpa Pedro... -me levante de la silla para acercarme a la cama, y quedarme parada al lado suyo. —Los doctores dicen que todo esto va pasar y quiero que sepas que lo que menos queremos es abrumarte con información. Y yo sé que no sabes quién soy pero es lo que hay ¿No? -mordi mi labio inferior para que no se note la tristeza en mis palabras al decir eso, porque a pesar de hacerme la fuerte, todo esto se me iba de las manos. No había asimilado que él había perdido la memoria ni estaba preparada para enfrentar lo que se venía.
—Veo tristeza en tus ojitos -hablo después de unos largos segundos, con sus ojos mas abiertos que antes y mirandome fijo, como buscando alguna respuesta en mi.
—Todo es raro... -sonreí, o aunque sea trate, y corrí mi mirada hacia un costado para que el no vea esa "tristeza" porque era lo que menos quería.
—Si... -largo un suspiro. —Podemos hablar aunque sea ¿No? -yo lo mire raro. No entendía su planteo. —Digo, me podes contar algo así yo me acuerdo mágicamente de toda mi vida -rió después de decir eso, al igual que yo. —En serio, contame algo. Aunque sea como era...  Las cosas buenas eh -sonrió y yo me quedé observandolo, porque a pesar de todo lo que se nos venía, disfrute que él aunque sea vuelva a sonreír. Y también, el poder volver a ver eso porque en más de una oportunidad se me había pasado por la cabeza que quizá su cuerpo no soportaba todo lo que pasaba.
—¿Que queres que te cuente? -hable mientras me daba media vuelta para buscar la silla, que estaba contra la pared, para traerla al lado de la cama de él y quedar frente a frente.
—Es raro preguntar esto pero... ¿Cuantos años tengo?
—17 -rei. Me dio ternura que me preguntara eso pero pensandolo bien era lógico, no sabía ni eso. —¿Tengo amigos?
—Obvio que tenes amigos Pedro -mordi mi labio inferior.
—Capaz era antisocial, no sé -largo una carcajada chiquita, ya que al parecer estaba algo débil. —¿Quienes?
—¿Nombres? -el asintió. —Tenes un grupo de amigos varones bastante grande, está Hernan, Nacho, Agustín, Pablo, son miles. Después amigas, están Camila, Ludmila y Sol. Tu mejor amiga desde siempre, se llama Naomi. Ella estuvo todo este tiempo acá, haciendote el aguante igual que los demás chicos -el me escuchaba atentamente. —Esos son los que yo conozco igual..
—Gracias... -hizo una pausa. —¿Hace cuanto que me conoces? -trague saliva.
—Desde tercer grado...
—¿Y desde tercero salimos? -levanto una de sus cejas mientras sonreía.
—¡Seguis igual de tarado!
—Dale, decime -largo una carcajada chiquita.
—Desde los once, mas o menos pero no fuimos novios ahí igual... -hice una pausa. —Pregunta otras cosas porque no te puedo dar tanta información, me pones en un apriete -le sonreí.
—¡Un poquito más! -yo negue. —¿No sabes cuando me voy a poder ir de acá? Me siento un parasito -lo mire con ternura.
—La verdad que ni idea, de ultima si se algo y te puedo contar, te digo.
—Gracias... -y al segundo de decir eso comenzó a acariciar su nuca mientras cerraba los ojos, en señal de que le dolía algo o eso creía yo.
—¿Estás bien?
—Si pero todavía un poco débil -su voz se escuchaba más baja que antes. —Los doctores me dijeron que tenía que descansar...
—Bueno, entonces yo me voy a ir ¿Si? -me levante de mi asiento.
—No te vayas... -lo mire sorprendida. —Es que no me gusta esto de tener que hablar con personas que no conozco y seguro ahora viene alguien, y estas situaciones me ponen incómodo. Ademas vos me caíste bien, no me abrumaste con información y tampoco me presionaste así que gracias por eso -me sonrió de una manera tan especial que sentí que me derretía en ese momento. Necesitaba abrazarlo pero no podía, tenía que mantenerme al margen de todo pero sus palabras, lo que me había dicho, no iba poder contenerme por mucho tiempo.